
de la manera más estúpida: volviendo pronto del trabajo para seguir leyendo su biografía en esta tarde de frío polar, con prisa por llegar a calentarme en casita, creí tener suerte al encontrar sitio en la plaza para dejar la moto. Me quité el casco, y se me metió toda la tarde por la cabeza haciéndome tiritar; saqué el libro del maletero -lo había llevado para leerlo en la oficina durante la hora de comer, no había querido olvidármelo allí todo el fin de semana- y lo dejé en la moto de al lado sólo mientras guardaba el casco. El frío colándoseme violentamente por entre la ropa, maldito sea, me hizo darme prisa por entrar en casa. Por un instante no pensé en Harpo, y me alejé apurando el paso: lo había abandonado. Media hora después, cuando ya tenía el calorcito de la habitación dispuesto para tumbarme a leer, me entró el escalofrío de la estupidez. Bajé a toda carrera hacia la moto, pero ya era tarde.
Harpo ha sido abducido por algún intraterrestre que no lee inglés. El muy palurdo me ha robado la única pomada con que froté mis penas recientes hasta calmarlas, y ni siquiera podrá usarla él. Estoy ahora a merced del frío; me duele todo, incluso el cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario