sábado, 21 de julio de 2012

El Cercano Oeste


Las reformas económicas y laborales de los últimos tiempos están cambiando el panorama del trabajador en España, históricamente acomodado a tener sus derechos inherentes muy bien protegidos. Empieza a no ser así.


Hoy en la estación de Sants un maquinista dejó tirados al tren y al pasaje de Mora La Nova a Barcelona. A bote pronto suena a irresponsabilidad sumarísima suya, pero los responsables de RENFE que tuvieron que dar cara -sólo bajo obligación, porque el maquinista no cerró la puerta de la cabina imaginando que el relevo llegaría, y el público se metió y usó la megafonía del tren para reclamar- pusieron la más dura que tenían. En general, los trabajadores del sector público y privado están hartos de ser denostados y considerados como vagos y aprovechados a quienes se regala el sueldo. En las oficinas ya se hace horas de más sin cobrar, porque las plantillas de servicio son insuficientes y nadie les reconoce por ello; más bien, se externaliza o trae personal con contrato basura, para contentar por unos meses a algún gallito pendenciero o sindicalista. Ahora los cargos no se ven obligados a contratar a nadie más y, sin eludir sus serviles responsabilidades, fungen de caja de resonancia para la voz del amo, prefiriendo ahogar al currante para poder permitirse la tranquilidad de dejar campar a sus anchas a los caraduras.


La falta de presupuestos, personal, gestión y responsabilidad de los ejecutivos de la empresa española de hoy propicia, al amparo de lo que el presidente de gobierno se niega a llamar recortes, el abuso indiscriminado. Y el personal, claro, hasta los cojones de hacer favores todos los días por la patilla, aguantando a jefes impresentables que exigen mucho y dan poco a cambio, haciendo horas extras no pagadas, pidiendo vacaciones cuando no les conviene, o trabajando más horas por las bajas de compañeros sin que haya sustitutos. El maquinista del cuento no ha obrado bien, pero sería bueno conocer cuál fue su límite: eso es lo que se tiene que investigar internamente en RENFE, las circunstancias que han propiciado que este señor esté harto de su trabajo para ponerle grupas de esa manera. O quizás no se sabrá nunca, si ya le dieron el despido con la nueva y magnífica Reforma Laboral, y se la trae al pairo.

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