
Claro, Origen ("Inception") tiene la premisa básica y la historia, ambas muy buenas, actores tan conocidos como los efectos especiales y presupuesto millonario. Y, ¿qué más tiene?
Una película que explica en todos los diálogos de los actores qué sucede y porqué, palabra por palabra para que al tonto le quede bien clarito, repitiendo hasta el hartazgo las reglas, el plan de acción y los conflictos internos de poca monta que pretenden sostener el mundo de ensueños de la historia, sólo puede estar dirigida a público masivo con exigencia de mínimos. Nunca pensé decir esto, pero Titanic o American Pie me parecen películas más honestas en estos términos.
Las películas son historias que se montan sobre escenas. Origen tiene dos o tres, ninguna importante y todas deficientes. ¿Quién me puede decir la que recuerda? La escena donde... um... Di Caprio le dice a su socio... éste, el que salía en... por ahí va la cosa. ¿Alguien recuerda cómo se llaman los personajes? ¿Y cuántas escenas recordamos de Jamón Jamón, Átame, Pulp Fiction o El Padrino? La secuencia de imágenes que se sostienen sin una razón creíble dentro de una historia por más de tres minutos no se guardan en la memoria, según alguna de aquellas aburridas teorías visuales que tiene el cine. Hasta un video-clip de tres minutos se aguanta, pero uno de cien no; es la edición visual y de sonido de Origen lo que empuja al espectador a construir emociones, y no su historia o la profundidad psicológica de sus personajes como debería ser en cualquier película decente. Se lo perdono a Superman y a Top Gun, pero por la juventud e inexperiencia de la que hacía gala cuando las vi.
Matrix necesitó de una escena de cinco minutos para establecer toda la película. Entonces, ¿por qué se regodea en estos errores, que se corrigen en cualquier escuela de cine, un director como Christopher Nolan que incluso tiene Memento en su palmarés? Nolan no es tonto: lo que ha hecho es obedecer a Warner Brothers, que le ha exigido dirigir una película comercial que entienda un niño de catorce años, porque el gusto popular no entendería los distintos planos sobre los que se desarrolla la historia. Ante esta imposibilidad de establecerla, la única manera que Nolan encontró para integrarla fue contarla a la cara, in yo face, casi comenzando con había una vez y, cómo no, con explosiones, peleas y persecuciones que hagan aparecer el planteamiento complicado y retorcido cuando no lo es, como lo hubieran hecho Stephen J. Cannell.y Donald P. Bellisario si aún trabajaran. Ah, lo siento: es que sí que siguen trabajando.
Origen se ha pasado por el forro, a causa del dinero, las reglas más básicas del cine. Más perdonable sería romperlas por simple ignorancia, pero no es el caso: parece que de verdad las conociese yo y no ellos, y que por conocerlas no me pagaran los millones que sí recibe Nolan. Lo cual también es falso, seamos sinceros. Pero sigamos siéndolo porque se trata de una película dominguera y entretenida como un crucigrama de los fáciles, que será del agrado, por igual, de un niño espabilado o un adulto con ansias de palomitas y cocacola.